La magia de Marcelo: el increíble ascenso de Arévalo a la élite del dobles

En la segunda ronda de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, el principal favorito Roger Federer se enfrentó a Rafael Arévalo, que nunca había ingresado en el Top 400 del PIF ATP Rankings. A sus 22 años, el jugador procedente de El Salvador, era un desconocido para el gran público, que tuvo como techo el No. 374 del mundo.

Pero ese partido sirvió como lanzadera para la destacada carrera de otro salvadoreño, en este caso, el hermano pequeño de Rafael, Marcelo Arévalo, que jugará junto a Mate Pavic en la final de dobles del Cincinnati Open este lunes frente a Mackenzie McDonald y Alex Michelsen.

“Fue como un sueño porque mi hermano estaba en casa y unos días después lo estaba viendo en televisión contra Federer, que en ese momento dominaba a todos. Aún era el número uno del mundo. Era increíble”, reconoció a ATPTour.com el menor de los Arévalo. “Ver a mi hermano jugando contra Federer, y salir de la misma casa, la misma familia, fue lo que me hizo darme cuenta y decirme: ¿Sabes qué? Yo también puedo ser bueno. Si mi hermano está ahí, puedo ser como él. Y fue cuando empecé a tomarme el tenis más en serio”.

El tenis era un asunto de familia para los Arévalo. Pertenecían a un club de playa en su ciudad natal, Sonsonate, que contaba con dos pistas de superficie dura.

“Siempre jugaba contra la pared. Siempre estaba con mi raqueta y una pelota de tenis, jugando contra la pared. Y luego mi padre, después de un largo día, jugaba conmigo”, recordó Arévalo. “Era una locura, porque la mayoría de la gente iba al club a pasar tiempo en la playa. Iban a la playa, se quedaban allí, se metían en el agua, volvían, luego se metían de nuevo en el agua cuando tenían calor, y así. Pero pasábamos todo el sábado o todo el domingo en la pista de tenis, que estaba al lado de la playa”, relató.

A Marcelo lo inspiró su hermano, que es cuatro años mayor que él. Rafael viajó a diferentes países para representar a El Salvador en categoría junior.

“Al ser el hermano pequeño, yo pensaba: “guau, mi hermano representa al país, juega en Guatemala o en Honduras, en Nicaragua o Costa Rica. Así que me metí en ese mundo gracias a él”, confesó Arévalo. “Quería, como hermano pequeño, ser como mi hermano mayor, y era mi ídolo. Diría que fue la razón por la que entré en este deporte”.

Poco después de que Rafael jugase contra Federer en los Juegos Olímpicos de Pekín, Marcelo, que tenía 18 años, se trasladó a la capital de El Salvador y empezó a estudiar en casa para poder entrenar cuatro o cinco horas al día. Llegó a ser el No. 8 del ranking junior.

“Al final, aún eres un niño, y haces lo que tus padres o tu familia te guía”, continuó Arévalo. “Tuve la suerte de que mi familia siempre me apoyó y me permitió seguir mi sueño”.

Después de jugar algunos torneos ITF World Tennis Tour, Arévalo jugó el tenis universitario en la Universidad de Tulsa, donde fue nombrado jugador del año de la Conferencia USA como jugador de segundo año.

El salvadoreño se adentró en la aventura del tenis profesional, ganando tres títulos ATP Challenger Tour y llegando a ser el No. 139 del PIF ATP Rankings. Pero sus grandes éxitos estaban reservados para la disciplina de dobles.

Arévalo estuvo más de tres años sin ganar un trofeo, desde que logró su primer título en 2018 junto a Miguel Reyes Varela en Los Cabos. Pero desde que formó equipo con Jean-Julien Rojer en 2022, se convirtió en uno de los mejores jugadores del mundo.

El salvadoreño ganó siete títulos con el neerlandés durante las dos temporadas que fueron pareja (2022-2023), clasificándose a las Nitto ATP Finals 2023. Esa temporada ganaron Roland Garros, permitiendo que Arévalo fuera el primer centroamericano en ganar un Grand Slam.

“Siento que no es normal y creo que es algo que me encantaría que siguiera siendo así, porque lo siento siempre que gano algo, no importa si es grande o pequeño”, añadió Arévalo. “Siento la misma alegría de hace años cuando gané mi primer ATP 250 en 2018. En ese momento, fue probablemente el mayor logro de mi carrera. Pero hoy en día, por ejemplo, después de ganar Hong Kong al principio del año, sentí la misma felicidad, el mismo disfrute, y eso es algo que me gusta mucho, porque intento disfrutar el momento”.

“No importa si estás arriba o abajo, una victoria es una victoria, siempre pienso así. Y tienes que estar agradecido cuando ganas grandes títulos como un Grand Slam o un ATP Masters 1000, pero siempre tienes que aceptar también, o ser consciente, que ese tipo de títulos no se ganan a menudo”.

Arévalo no está preocupado por este año. El salvadoreño ha formado una nueva dupla de éxito con el croata Mate Pavic. Se impusieron en Roland Garros y están segundos en el PIF ATP Live Doubles Teams Rankings, bien posicionados para clasificarse a las Nitto ATP Finals.

Han pasado 16 años desde que vio a su hermano por televisión jugar contra Federer.

“Es increíble. Siento como que es un sueño familiar, un logro de toda la familia”, afirmó. “Creo que todo el mundo se ha esforzado para que esté donde estoy ahora, en cuanto a dedicación de tiempo o inversión económica”, prosiguió. “Recuerdo que mis padres, en lugar de irse de vacaciones no se iban porque tenían que pagar nuestros viajes de tenis, enviarnos a torneos y a veces durante alguna semana a una academia para intentar jugar con niños mejores. Así que es un esfuerzo de toda la familia”.

“Al final, quizás estoy representando a mi familia en todo este sueño, pero lo veo como un esfuerzo de toda la familia, un sueño hecho realidad”.